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Editorial – Revista 4

Para hablar de educación integral, es condición necesaria la inclusión y la diversidad. Desde que nacemos necesitamos de un otro para subsistir y vamos construyendo nuestra identidad y autopercepción en relación con una alteridad. Y, asimismo, en la cotidianeidad vamos desarrollando –o no– la capacidad de respetar, reconocer y poder vivir armoniosamente. 

En estos tiempos convulsionados por guerras y tensiones geopolíticas, se hace imperioso avanzar en la equidad y la justicia social para que, como dice el experto andaluz Miguel López Melero en la entrevista de este número, éstas sean características fundamentales de la educación pública. La socióloga chilena María Emilia Tijoux, también entrevistada en esta nueva edición, tiene un análisis categórico al respecto: describe con detalle los procesos de racialización y discriminación que hemos vivido al interior de la sociedad chilena a lo largo de nuestra historia y que hoy cobran visibilidad ante la crisis migratoria. En esa misma línea, la académica Constanza Ambiado se refiere a los principales resultados de una investigación cualitativa realizada en jardines infantiles, que buscó indagar, a partir de entrevistas y observaciones, prácticas de acogida e integración de familias migrantes y sus hijas e hijas en las comunidades educativas. 

En la escuela, en los jardines infantiles y por, sobre todo, en la Educación Parvularia tenemos la llave para hacer un cambio y garantizar que no existan brechas y barreras para ningún niño y niña. Quienes trabajamos en educación inicial tenemos la responsabilidad de generar y gestionar oportunidades desde la cuna y formar ciudadanía que conviva sin exclusiones. 

Es así como tres centros educativos se develan como reales agentes de cambios en sus territorios. En Experiencias artísticas inmersivas multisensoriales del Centro Educativo Cultural de la Infancia (CECI) Ñady Pichidamas de Osorno, sus autoras, Carol Cárcamo y Ximena Coñuecar, dan en el blanco: “en una misma actividad existen diversas posibilidades, de modo de que todos y todas puedan lograr aprendizajes de acuerdo con su ritmo y capacidad”. A los pies de la cordillera en la capital, el equipo del jardín infantil Paidahue da testimonio con una respuesta esperanzadora a un padre que solicitó un cupo para su hijo diagnosticado con TEA: “nuestra respuesta fue inmediata y positiva. No había ningún impedimento para recibirlo”. Y el jardín infantil Campanita formula un recuento de su trayectoria a inicios de los setenta entregando educación pública en un sector de Valdivia históricamente marginado. 

Para tener más luces, asesoras técnicas de inclusión en jardines infantiles de las diferentes regiones del país elaboraron el artículo Educación inclusiva en JUNJI: una mirada desde el acompañamiento técnico de las asesoras de inclusión. Además, el texto Aproximaciones en torno a la incorporación del enfoque intercultural en la Educación Parvularia chilena de un grupo de profesionales del Departamento de Calidad Educativa de la JUNJI, problematiza los desafíos en la implementación del enfoque intercultural en educación inicial para reflexionar y elaborar propuestas más inclusivas en primera infancia. 

Volviendo a Tijoux y Melero, la escuela debe convertirse en un espacio de intercambio, juego y en una comunidad de convivencia y aprendizaje de los unos con los otros. Pues, como se afirma en el artículo de la Subsecretaría de Educación, “resguardar la inclusión en la etapa inicial de la educación es fundamental para el desarrollo integral de niños y niñas, a fin de sentar las bases para una sociedad más justa y respetuosa de la diversidad”. 

Comité editorial

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