Los niños y niñas aprenden jugando. Esa es una evidencia. Y es que el juego es su herramienta natural para explorar y conocer el mundo. El juego educa, configurando un espacio de gozo.
Al jugar, los niños no realizan un acto improductivo, al contrario, están descubriendo texturas, averiguando para qué sirve tal o cual objeto, respetando turnos y reglas, reafirmando conocimientos ya adquiridos y ampliando la libertad, todo lo cual irá conformando y aumentando su aprendizaje.
El libro Juego, libertad y educación da pautas de cómo orientar el juego en tanto es un recurso pedagógico natural que, por lo demás, es inherente no solo en los seres humanos sino también en los animales.