Ahora que la astronomía está tan de moda, me resulta natural ligar nuestra Vía Láctea, bautizada así por los romanos por su estela lechosa en el universo, con el camino que ha debido transitar en Chile el reconocimiento generalizado del derecho de mujeres e hijos al amamantamiento libre, más aún cuando en el mes de agosto se celebra mundialmente la promoción de la lactancia materna.
La Ley de Protección de la Lactancia Materna y el Amamantamiento aprobada en mayo pasado en nuestro Congreso Nacional resulta ser un gran paso frente a esta acción, que pese a estar directamente vinculada con la satisfacción básica de las necesidades de alimentación y cariño de los hijos, se la ha solido ocultar y relegar a un discreto segundo plano.
Si bien se requiere intimidad en este acto hermoso que nutre al recién nacido con la leche y el contacto visual de su madre, era preciso que la sociedad estuviera llamada a garantizar en todo espacio, público o privado, el libre ejercicio de la lactancia y a evitar cualquier discriminación, asunto que esta nueva ley protege.
Hoy, por tanto, amamantar es un acto cuyo valor fundamental se reconoce y enmarca como un derecho de la niñez que no permite discriminación, privación, perturbación o amenaza y que faculta a las madres a amamantar a sus hijos en el lugar donde se encuentre o transite conforme al interés superior del lactante. Podrán acondicionarse salas de lactancia en recintos públicos para ser ocupados por las madres si lo desean, y ellas, como trabajadoras, tendrán el derecho de amamantar conforme a lo establecido en el artículo 206 del Código del Trabajo que les otorga una hora al día en su jornada laboral para entregar alimento a sus hijos menores de dos años.
Va materializándose así el lema “Empoderémonos. ¡Hagamos posible la lactancia materna!”, instaurado para este 2019 por la Alianza Mundial pro Lactancia Materna (WABA), una red global de individuos y organizaciones relacionados a la protección y apoyo a la lactancia que se basa en los llamados Diez pasos para nutrir el futuro, la Estrategia mundial para la alimentación del lactante y el niño pequeño de la OMS y Unicef y la Declaración de Innocenti, iniciativa mundial que en la década del 90 congregó en Florencia, Italia, a distintas naciones para generar apoyo a las mujeres y así crear conciencia sobre la cultura de la lactancia materna.
La Junji promociona la lactancia en sus unidades educativas, pues su propósito es proteger su continuidad en los niños y niñas que asisten al nivel de sala cuna, así como informar a las familias, mediante diferentes estrategias, la importancia del amamantamiento.
De esta manera la Junji, junto con el ministerio de Salud, Fundación Integra y Chile Crece Contigo, acredita a sus jardines infantiles como Amigos de la Lactancia Materna (Jialma), en tanto cumplen con estándares que protegen la continuidad de la lactancia entre sus párvulos: sala exclusiva de amamantamiento, horarios flexibles para apoderadas, extracción y rotulación de envases para que los niños consuman leche cuando lo requieran, acompañamiento de educadoras a las madres durante este proceso para la entrega de orientaciones.
La Junji este año ha certificado 46 unidades educativas de un total de 518 jardines infantiles ya acreditados.
La planificación arquitectónica que desarrolla la Junji también otorga especial importancia y sentido a la construcción de salas de amamantamiento como espacios físicos confortables y cálidos.
Asimismo, las unidades educativas favorecen la práctica pedagógica reflexiva en la promoción de la lactancia materna y orientan su plan de estilo saludable en su beneficio.
Muchos estudios han corroborado los beneficios asociados a la lactancia natural. Tanto así que algunos realizados en Europa han sugerido que los bebés amamantados con leche materna tienen más posibilidades de ascender socialmente en el futuro.
Y ello no es de extrañar: más allá de la entrega de anticuerpos y el fortalecimiento de una barrera inmunológica natural, existen innumerables experiencias que demuestran que la lactancia aporta beneficios sustanciales a la salud de los niños en áreas de su desarrollo físico y emocional que contribuyen a la construcción de los aprendizajes que cimentarán sus capacidades en la vida adulta.
Cada momento de la lactancia, comenzando con la entrega de calostro, está asociada a una etapa del desarrollo cognitivo de los niños, por lo que no es casualidad, por ejemplo, que el campo visual inicial de los lactantes calce con la distancia que hay entre él y su madre.
La leche alimenta el vínculo y también permite una óptima nutrición relacionada a la organización sensorial, biocronológica y el estado de alerta; el desarrollo intelectual, dentomaxilar y facial, la menor probabilidad de trastornos del lenguaje; el menor riesgo de obesidad o sobrepeso, la mayor posibilidad de establecer comportamientos afectivos y emocionales adecuados.
Los beneficios suman y siguen: la madre recuperará más pronto su cuerpo, prevendrá el cáncer mamario, establecerá apego con su guagua y tendrá mayor satisfacción emocional.
La familia reforzará sus lazos afectivos, espaciará los nacimientos y tendrá un mejor escenario para prevenir el maltrato infantil. La sociedad disminuirá la morbilidad, ahorrará recursos por concepto de leche de vaca, mamaderas, accesorios o tratamientos por enfermedad y contará con un factor ecológicamente viable, pues la leche materna es natural y renovable.
La lactancia materna es un tema transversal que trasciende la buena alimentación y protección que otorga. Tal como WABA propone, un próximo paso tendrá que ver con cómo informar la relación entre lactancia y normas de protección social parental equitativas en función del género e instalar actitudes que protejan la lactancia materna. Habrá que continuar por la vía láctea por la que Chile ya comenzó a transitar y tomar nuevos desafíos en la mejora de los ambientes laborales para la madre que amamanta.
Adriana Gaete
Vicepresidenta ejecutiva de la Junji