Lo primero que Shannon nos comenta, es que la Junji ha sido para ella la mejor escuela que ha tenido, ya que la ha llevado a desarrollarse tanto personalmente como profesionalmente. Y es que su historia en la Junji comenzó a principios del 2011, como encargada del Programa Jardín de Verano y luego como directora de la unidad educativa que actualmente encabeza: el “Sendero de Esperanza”, en la localidad precordillerana de El Transito en la Comuna de Alto del Carmen.
Desde niña quiso estudiar educación parvularia y sobre todo trabajar en una localidad rural, “porque siempre supe que la educación inicial era lo mío, fue mi primera opción en la universidad y en esos años de formación también se gestó la idea de ir a trabajar a un jardín rural (…) no ha sido fácil, ya que hemos tenido algunos embates de la naturaleza como el aluvión del 2015, pero hemos salido adelante”.
La educadora, además, destaca que el trabajo que se realiza en esta localidad tiene un enfoque de educación integral y trabajo territorial: “tenemos alianzas con redes de nuestra zona y de la comuna de Alto del Carmen, ya que la escaza conectividad que tenemos influye en el acceso a servicios básicos y porque con nuestra gestión acercamos esas instancias para que nuestros niños se puedan educar y vivir de la mejor manera”.
Para Shannon Arcos, las familias y las redes son imprescindible para entregar oportunidades a los niños. “Para mí es muy importante la primera infancia y también el trabajo que se puede hacer en conjunto con las familias, porque ellas nos entregan el tesoro más preciado que tienen y en conjunto formamos una alianza. Así luchamos por una sociedad más equitativa desde la infancia, nuestros niños y niñas tienen derecho a educación de calidad independiente de la zona geográfica, creo que por ahí parte la motivación de ser educadora de párvulo y también las ganas de trabajar en un lugar tan apartado”, explica.
En línea con lo anterior, la educadora nos cuenta por qué la localidad El Tránsito es tan especial para ella: “la riqueza de esta zona radica en su cultura, en la gente que en su mayoría son de la etnia diaguita y que aún conserva sus raíces, sus costumbres y sus tradiciones, y eso es lo que relevamos en nuestras experiencias pedagógicas que se basan en poder dar vida y continuidad al rescate de esas tradiciones. Además esta localidad tiene mucho que ver con la naturaleza y la relevancia que le dan cuidado del agua, pese a que no tenemos la comodidad de la ciudad, nos encontramos con otra perspectiva de vida, con un sol radiante desde las primeras horas de la mañana, la gente es muy amable y los son muy felices”.
Finalmente, Shannon nos cuenta que el sello de su gestión se basa en su trabajo con los principales actores de la localidad. “Quiero seguir trabajando junto a mi equipo educativo para proporcionar las herramientas necesarias en nuestros niños y niñas y así lograr que ellos tengan el futuro en sus manos a través de su felicidad. El poder colaborar con las familias y los párvulos paga cualquier sacrificio hecho por estar aquí en un lugar tan lindo pero apartado”, indica la educadora.
Y cierra: “Creo que estamos viviendo en una sociedad más consciente de las oportunidades que se deben tener en los primeros años de vida. Nuestros niños tienen derechos, se les tiene que entregar oportunidades, ese es el motor que debería mover a toda una sociedad, una sociedad más consiente de cómo cada uno de nosotros tenemos algo que aportar en proteger esta niñez que es tan pura, porque no hay que olvidar que los ambientes nutritivos y el afecto forma parte de la educación integral en los niños y niñas. Está en nuestras manos brindarle a niñas y niños las oportunidades necesarias, independiente de donde vengan o vivan”.